El pasado día 3 de mayo tuve el placer de impartir un taller de pintura telúrica corporal en el espacio Fruta Madura de Losar de la Vera. A decir verdad, el título del taller despertó curiosidad y expectación entre las personas participantes.
Comencé
con una explicación introductoria de la conexión del ser humano, desde el
comienzo de los tiempos, con la decoración corporal con elementos de la
naturaleza ((tierras, pigmentos naturales, adornos vegetales, plumas etc.).
Hicimos un recorrido rápido por las diversas culturas y pueblos. Vimos la
variada motivación que ha llevado y lleva a su uso (sentimiento de pertenencia
a un grupo determinado, rituales religiosos, rituales de iniciación, rituales
relacionados con actividades garantes de la supervivencia… la simple búsqueda
de belleza ornamental). Por último, acabé la parte teórica enlazando con
conceptos de lo que yo denomino Pintura
Telúrica.
Para
el trabajo decorativo corporal, aporté una gran variedad de elementos de la
Madre Tierra:
-Tierra caliza blanca de
Andalucía, arena dorada del Sahara marroquí; arena naranja del Sahara tunecino;
tierra arcillosa roja de La Mancha; tierra volcánica de Canarias; tierras de
variados colores de Portugal, Francia, Italia, Alemania, Marruecos y otros
lugares; trozos de mica; conchas, etc.
-Elementos
vegetales con su ciclo vital concluido: pétalos de flores recogidos del suelo,
liquen, semillas, frutos secos, tejido seco de cactus, hojas etc.
Para
el desarrollo de la parte práctica del taller sugerí el trabajo en parejas, de
manera que la otra persona pudiera servir de “lienzo” donde dejar plasmadas la
propia creatividad y las propias emociones.; sin renunciar al trabajo
individual para quien lo desease.
La
sensibilidad, la capacidad creativa, y el disfrute que percibí en las personas
participantes del taller me sorprendieron muy gratamente.
Posteriormente,
con los restos de las mezclas de las pinturas elaboradas, nos desplazamos a los
alrededores y fuimos dejando nuestra impronta personal sobre las rocas, troncos
secos etc., al más puro estilo del Land
art y el Arte Efímero… hasta que
las lluvias decidan hacer retornar los elementos al suelo de nuevo.
Finalmente,
emulando quizá los ancestrales rituales del homo sapiens, dedicamos unos breves
minutos a conectar, con los ojos cerrados, con nuestros cuerpos decorados, con
nuestra esencia, y con la esencia de cuanto nos rodea. Para ello me serví del
acompañamiento del sonido de algún instrumento de percusión.
Para
mí fue un honor compartir la actividad con un grupo tan bonito de personas.
Gracias a todas ellas. Gracias a Fruta
Madura. Gracias una vez más, y siempre, a la Madre Tierra.