(De tellus-telluris, La Tierra)
Teluria es nuestra madre Tierra o si se prefiere nuestro padre Tierra. Son todos sus elementos, todos sus seres vivos e inertes. Es cada entidad física con su correspondiente aliento, como parte única integrante del Universo.
Es el humus que nos nutre, el agua que colma nuestra sed, el aire que nos oxigena.
También los fenómenos.
Somos nosotras y nosotros, homo sapiens, dependientes y agresores del ecosistema. Son nuestras culturas milenarias y cuanto emerge de nuestro interior.
Teluria, abarca todo lo terrenal, todo lo inherente al planeta. Comprende todo aquello que está aquí, cumpliendo unas leyes de existencia en un proceso evolutivo general.
El alma de Teluria fluye por cuanto existe distribuyéndose y recargándose a la vez en todo.
Existe un latido común en Teluria, el latido de sus fuerzas internas y externas. El hilo conductor de la energía telúrica.
Teluria camina. Las fuerzas que emanan del núcleo terráqueo central incandescente mantienen el giro sobre su propio eje.
Teluria viaja alrededor del Sol millones de km. por día. Al mismo tiempo, el Sol viaja alrededor de estructuras superiores a distancias y velocidades inimaginables.
El Sol es el corazón que bombea sangre universal al planeta. Acaso, existe un enorme canal a modo de cordón umbilical, portador continuo de impulso vital a la Tierra y sus habitantes. ¿Luz y calor exclusivamente?
Igualmente, el Sol es receptor de otro canal proveniente de su galaxia, la Vía Láctea y así “ad infinitum”.
Es probable que en el Cosmos haya un entramado insospechablemente gigante distribuidor de, digamos, energía universal divina (e.u.d).
Posiblemente, el “ADN” del Universo estaba en un “útero” relativamente minúsculo de masa casi infinita, preñado de rebosante e.u.d… antes de su alumbramiento en la Gran Explosión (Big-Bang). Acaso, Dios…o Diosa.
Teluria significa sabiduría. Belleza. Lealtad con la evolución. Oferta generosa de un paraíso, de calor vital, de aliento.
Nuestros pies la pisan. Nuestras manos la palpan. Nuestros ojos la perciben en toda su plenitud y biodiversidad. Nuestras bocas la saborean. Nuestros oídos la escuchan. Nuestros olfatos la huelen. Nuestras pieles… sienten y forman parte de Teluria.
También nuestras capacidades, nuestros sentimientos y nuestras sensibilidades… nuestra esencia, en definitiva.
Todo lo demás es intrascendente.
*Photo by Antòniu
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