Recolección de material pictórico

   Otoño. Recolección de material pictórico aprovechando visita a los castaños mileños de Los Ibores, en los alrededores de Castañar de Ibor.

Día frío. El sol lucía con timidez, resaltando con su luz el colorido otoñal de la montaña.

El terreno de las márgenes del camino, en medio del espeso bosque de castaños, presentaba algunos cortes que ofrecían una atractiva tierra arcillosa de variadas tonalidades: ocre, amarillo anaranjado, amarillo blanquecino, levemente rosado, blanco…

Cogí una pequeña muestra muy agradable para los sentidos: suave tacto, calidamente húmedo; colorido amarillento con tendencia a blanquear en el secado; altamente moldeable; atractivo aroma de arcilla con ciertos matices de componentes orgánicos vegetales.

Moldeé una pequeña bola que llevé en mi mano todo el camino. La piel agradecía su contacto. Al llegar al Castaño del Postuero (espectacular ejemplar de más de 700 años de edad), dejé con mis dedos una huella de la tierra en su tronco.

Posteriormente, introduje la bola parcialmente seca en un bolsillo de mi abrigo con intención de conservarla pero al sentarme encima de la prenda para comer, quedó transformada en un precioso y fino polvo ligeramente dorado.

A la vuelta, recolecté varios kilos del material en cuestión, sin olvidarme de agradecer a la Madre Tierra tan preciado regalo.

Expectativas de uso:

a) En la experimentación con láminas de barro cocido como soporte para la aplicación de pintura telúrica.

b) En la aplicación directa como pigmento una vez seco y molido.

c) En el moldeado, igualmente experimental, de pequeñas piezas.