El otoño regala multitud de colores, un espectacular
arco iris de tonalidades ( verdes,
amarillos, naranjas, rojos, granates, violetas, dorados) ... en las hojas del
bosque, en los frutos, en las bayas, en los helechos. Se podría decir que la
naturaleza, en su propia esencia, en su presencia, es una auténtica obra de
arte.
Este año quise recoger el fruto de una planta que me cautiva
cada otoñada: la Phytolacca americana ( hierba carmín, fitolaca,
uvas de américa, uvas de indias, grana enacernada, tintilla, granilla, erva tintureira, raïm de moro, uva di sarpi, faux vin etc.).
Es una planta traída de América por motivos ornamentales que pronto se extendió
por los campos de Europa. Posee propiedades terapéuticas y tradicionalmente se
ha usado para teñir tejidos.
Recolecté varios kilos, en las cunetas del antiguo camino
real entre Guijo de Santa Bárbara y Jarandilla de la Vera... cerca de las
ruinas del convento de San Francisco. Era una tarde bastante nubosa, típica de finales
de otoño, que al final me permitió sentir el tacto de la lluvia
mientras recolectaba.
Mis manos acogieron una llamativa impregnación magenta. Curiosamente, al atardecer, el cielo adquirió precisamente una ligera tonalidad magenta.
Al día siguiente,
pisé con mis pies el fruto recolectado, a la antigua usanza del vino... y
posteriormente deposité el preciado fluido en tarros de cristal. Ahora toca
experimentar en mis tablas.
Gracias otoño, gracias Madre Tierra
Bonjour,
ResponderEliminarAussi féerique et harmonieux que ce beau ciel ! Belle oeuvre.
Gros bisous ♡
Bonjour, Martine.
ResponderEliminarMerci beaucoup.
Gros bisous.