Durante mi viaje a Marruecos en
el otoño de 2023 para realizar una travesía por el desierto del Sahara, pude
recolectar diverso material para mis futuros trabajos pictóricos: Arena fina de
las dunas del desierto; diversas muestras de tierra sedimentaria del fondo de
un antiguo lago seco; pequeñas piedras encontradas en dicho fondo de variado
colorido; fragmentos de sílex; tierra arcillosa sedimentaria rosada de las
cercanías de la fortaleza de Ait Ben Haddou.
También recolecté entre las dunas algunos
huevos vacíos alargados de lagarto recubiertos de arena, con intención de
experimentar con ellos en algún trabajo creativo. Desafortunadamente, durante
el transporte, todos excepto uno sucumbieron. El superviviente, que conservaba
como “oro en paño” en un frasco de cristal con arena del desierto, finalmente
sufrió igual destino entre las garras de Kiwi, la gata adoptiva de la casa.
En la plaza Yamaal el Fnal de Marrakech
adquirí varias piedras de azul índigo; y en una tienda de especias de Zagora,
en las puertas del desierto, varios botecitos con pigmentos tradicionales
marroquís violetas y magenta.
Todo ese material reposa en mi
estudio de pintura, rodeado de montañas nevadas y el bosque con sus primeros brotes
primaverales, lejos de la inmensidad del desierto y el sol abrasador.
Ahora observo, palpo e incluso huelo
todo el material pictórico traído, impregnándome de nuevo de la grandeza y
solemnidad de aquel territorio. Y voy comenzando a dar uso digno a dicho material
en nuevos proyectos creativos.
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